miércoles, 27 de abril de 2011

Recuerdas...?







Te acuerdas cuando eras un niño? Recuerdas a tus amigos, tus juguetes? Las comidas en familia, los domingos de paseo, la plaza, las hamacas? Recuerdas como eran tus padres?

A tu madre ayudándote a hacer los deberes, jugando contigo, conteniéndote. A tu padre… recuerdas con que ansias esperabas que volviera del trabajo y te abrazara y leyera algún cuento para que te pudieras dormir?

Y si, recuerdas que eras un niño dichoso, al que nada le faltaba…. Y solo llorabas para que se apiadaran de ti y te trajeran ese juguete nuevo que nadie tenía. Un par de lágrimas y ese Power Ranger estaba esperándote al otro día para desayunar. Ibas así al colegio con tu nuevo amigo y con tu egoísmo de niño lo mostrabas a todos tus compañeritos y no lo prestabas… solo para que en menos de una semana fuera a parar con el resto de los ya olvidados juguetes.
Pero puntualmente, recuerdas a tu amiguito de toda la infancia? Si, ese que iba casi siempre con la misma ropa, cuando tu tenia una distinta cada día. Ese que solo quería jugar contigo, aquel que era feliz solo porque en su casa un plato de comida cada día, y guarda si pedía algo!!!
Solo tenía un cuaderno con poquitas hojas y dos o tres crayones, cuando tu tenias una librería completa. Ese del que todos se burlaban porque sus padres no podían ir a las reuniones del colegio, o no lo podían mandar a la colonia de vacaciones, y menos a los cumpleaños por no poder llevar algún regalito para el homenajeado.
Recuerdas con qué frecuencia lloraba, o cuanto duraba su risa?
Hoy estás en tu escritorio de ejecutivo, recordando a este niño, que ya debe ser un adulto como tú. Y no recuerdas ni su nombre… pero era inteligente, capaz….Seguro tendrá una familia, hijos un trabajo decente. Y … será tan feliz como lo eres tú?
Un momento… ¿ tú eres feliz? Si, tienes dinero… pero ¿ tienes amor? ¿El lo tendrá?
Tu amiguito fue uno de los tantos discriminados por la sociedad, que no pudo estudiar, que no consiguió un trabajo digno y que nunca tuvo amor.
Es uno de esos tantos mendigos que ves en la calle, en verano, desesperados por un vaso de agua, unas monedas o un pedazo de pan; y en invierno uno de los mismos que desesperan por un abrigo o un trago de alcohol, antes de sentir expirar su vida, su último aliento, y son encontrados por las mañanas…. Con esa mirada de tristeza… totalmente congelados.






Lau



1998

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